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Irene y Esther: atrapadas en el ascensor

 
Post #1


Irene y Esther: atrapadas en el ascensorQuien iba a decirle a esas dos zorritas que aquella noche se iban a quedar atrapadas en el ascensor.Aquel fin de semana habían decidido ir de viaje para asistir a un concierto. Tenían alquilada una habitación en un hotel que por suerte estaba de oferta, ya que de lo contrario no se lo habrían podido permitir. Y no tardaron en averiguar por qué les había salido tan barato: aquel fin de semana se celebraba un salón erótico en la ciudad y sin darse cuenta habían pillado una promoción para "viciosos".Volvían del concierto un poco bebidas y, sobretodo, cansadas. Coincidieron en el vestíbulo con un grupito de hombres maduros que venían del salón, cachondos como perros en celo y ellas sin saberlo. Y si metes a dos jovencitas de buen ver entre un grupo de viciosos cuarentones, que llevan todo el día viendo a sus estrellas porno favoritas sin haber podido descargar, pasa lo que pasa.Todo comenzó sin palabras... los hombres las miraban con lujuria y se miraban entre ellos. Uno no tardó en tocarle el culo a Irene, que se sorprendió y se lo susurró a Esther al oído: "Me acaban de tocar el culo". Esther sonrío y le respondió: "Ahora se van a enterar". Y ni corta ni perezosa, se echó un poco para atrás y frotó su impresionante culazo contra el hombre que tenía detrás. No hizo falta más invitación, aunque eso no lo fuera. El tío aceptó el envite y lanzó ambas manos a las tetas de Esther, a la que pilló por sorpresa. No se esperaba una reacción así, pensó que el tío se amedrentaría tal y como hacían muchos de los maduros con los que había tonteado. Pero no, esta vez no iba a ser así.El resto del grupo vio lo que ocurría y pasó a la acción. Pronto un par de manos asaltaban a Irene, levantándole la minifalda que llevaba. Ella hizo ademán de resistirse, pero el alcohol turbaba su capacidad de reacción y cuando fue a abrir la boca para reaccionar, otro de los hombres se abalanzó sobre ella y la calló con su mano. Y entonces fue cuando alguien paró el ascensor entre dos pisos.A Esther ya le habían bajado el top y su sujetador había desaparecido. Sus dos preciosas tetas estaban al aire y alguien estaba chupándolas con ansia mientras el primer hombre seguía frotándose contra su culo. Ella no estaba tan bebida como Irene, pero era mucho más zorra y supo ver la oportunidad que el destino había puesto en sus manos. Y esa oportunidad era una buena colección de pollas.Irene todavía no tenía los pechos al aire, pero una mano había apartado ya su tanga y una polla se abría camino entre sus apretadas piernas hacia su coñito. El hombre que tenía tapándola la boca vio los problemas de su amigo y empezó a separarle las piernas a Irene con su mano libre, frotando su clítoris por el camino.Esther fue la primera en llevarse una polla a la boca, la del tío que tenía delante, el que había parado el ascensor. No tuvo ni que pedirlo, en cuanto alargó su mano hacia él y la tocó por encima del pantalón, el hombre la sacó de su prisión y se la metió en la boca sin estar todavía del todo dura. Pero no tardó en ponerse como una piedra, ya que la lengua de Esther sabía cómo sacarle todo el jugo a una buena polla, y aquella lo era.A Irene se la comenzaron a follar mientras todavía tenía las piernas medio cerradas. Pero en cuanto sintió aquella verga dura entrar en su coño, y viendo cómo su amiga disfrutaba como una perra, decidió dejarse llevar. Y abrió sus piernas. El tío que tenía delante se dio cuenta y se sacó su cipote del pantalón. Una polla gorda, no muy larga pero muy ancha. E Irene no pudo evitar lanzarse a comérsela. De repente el alcohol había dejado paso a un hambre insaciable de polla.Esther ya estaba en el suelo, montada encima de la polla del tío que antes tenía detrás, saltando sobre ella como si cabalgase un jamelgo, y alternando su boca entre los miembros de dos tíos distintos, uno en cada una de sus manos. Ni siquiera se había parado a mirarles las caras, todo lo que quería saber de ellos era lo gordos que eran sus rabos.Irene sólo estaba con dos, pero por el rabillo del ojo pudo ver cómo otros tres hombres esperaban en un rincón con su polla fuera. Decidió no pensar en ellos de momento y concentrarse en lo que tenía entre manos? y entre las piernas. Chupaba aquella polla gorda con pasión sintiendo cómo llenaba su boca en cada embestida.Esther ya tenía a los dos hombres a punto de caramelo, y viendo que estaban a punto de terminar y todavía había algunos que no habían catado hembra, soltó aquellas pollas de sus manos y con gesto picarón llamó a los que esperaban. Los tres se acercaron y no hubo más indicaciones que dar, todos sabían que había llegado la hora de cambiar de turno. Y de nuevo, dos pollas en sus manos y una sobre la que saltar.Irene, por otro lado, seguía con los dos del principio. Pero algo iba a cambiar: el que tenía detrás decidió cambiar de agujero y de repente la polla que estaba en su coñito se abrió paso sin piedad por su estrecho culito. Irene no pudo hacer otra cosa que gemir, mitad de dolor y mitad de placer. Pero ese gemido dio a entender al hombre de la polla gorda que uno de los agujeros había quedado libre. Y agarrándola por debajo de las rodillas, la levantó en volandas e introdujo aquella gorda monstruosidad en su vagina. Irene sintió sus dos agujeros a punto de reventar, repletos de carne, y gritó como si la estuviesen partiendo en dos.Aquel grito puso a Esther sobre aviso y más cachonda de lo que ya estaba. Sacó de su coño la polla sobre la que saltaba y la condujo hacia su culo. Y se dejó caer sobre ella, clavándosela hasta el fondo y sintiéndose empalada como nunca lo había estado. Y con su coño libre ya no necesitaba andar alternando con su boca entre polla y polla. Pronto uno de los hombres se puso sobre ella y le llenó la vagina de verga, y el tercero no tardó en meter la suya en la boca de Esther, el único agujero que le quedaba libre.Irene ya no podía más, tenía su coño y su culo a punto de reventar y el flujo que antes le caía piernas abajo, ahora caía directamente en un charco en el suelo. Los tres hombres que Esther había dejado libres se acercaron a ella y la manosearon con vicio mientras los dos primeros se la seguían follando.Y a su res**te acudió Esther, que ya estaba también al borde de explotar y soltó de sopetón las palabras mágicas: ?Dadnos vuestra leche, cabrones!!!?. Y como si sus deseos fuesen órdenes, los hombres que estaban con ella la descabalgaron y los otros tres arrancaron a Irene de los brazos de los que se la habían apropiado, las pusieron una al lado de otra, y se pusieron los ocho alrededor de las dos.Lo que vino a continuación fue la tormenta perfecta: chorros y chorros de semen, de pollas de todos los tamaños y grosores, fueron disparados uno tras otro sobre la cara y el cuerpo de aquellas dos zorritas. El esperma cayó sobre su pelo, su frente, su boca, sus ojos? y resbaló sobre sus pechos, sus piernas y sus brazos. Irene y Esther no se atrevían a abrir los ojos, pero sentían el cuerpo de la otra a su lado y no tardaron en reaccionar. Irene enseguida supo qué hacer: comenzó a lamer de la cara de su amiga aquella leche espesa, a sorber la crema que recogía con sus dedos y a besar a su amiga con todo lo recolectado. Esther hizo otro tanto, y entre las dos calentaron tanto a aquellos hombres que pronto una segunda ronda de corridas aterrizó sobre ellas.Pero esa segunda vez ya estaban preparadas y, juntando sus cabezas, abrieron ambas la boca y recibieron en ellas chorro tras chorro de blanco néctar. Y se lo tragaron. Se lo tragaron todo, ante la mirada estupefacta de aquellos ocho suertudos bastardos.Al terminar, las dos encima de un charco de semen, respiraron profundamente y se quedaron mirando por primera vez con atención a aquellos tipos que se las acababan de beneficiar. Y fue entonces cuando Irene remató la faena: ?Bueno, mi amiga ha disfrutado de más pollas que yo? ¿qué os parece si ahora seguimos en nuestra habitación??.
06-02-2021, at 06:00 PM
Alýntý
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